El primer ministro irlandés, Leo Varadkar, ha condenado los destrozos causados por manifestantes antiinmigrantes en Dublín. La policía ha realizado más arrestos y ha llevado a cabo un amplio operativo de seguridad para evitar más disturbios.
La noche del jueves, hasta 500 personas saquearon tiendas, incendiaron vehículos y arrojaron piedras a la policía en la capital irlandesa. Estos disturbios se produjeron después del apuñalamiento de tres niños pequeños, aunque las autoridades no han revelado la nacionalidad del agresor.
Varadkar ha declarado que los alborotadores simplemente querían causar caos y dolor a los demás, sin preocuparse por proteger el estilo de vida del país. En cuanto a las víctimas, una niña de 5 años se encuentra en estado crítico, una asistente de profesor está grave y otro niño ha sido dado de alta.
Estos disturbios reflejan las crecientes tensiones sobre la inmigración en Irlanda, tendencia que también se observa en otras partes de Europa. En los últimos 11 años, la población del país ha aumentado en un 11,7% debido a la llegada de migrantes, lo que ha llevado a un incremento en los precios de la vivienda.
Varadkar enfatizó que la violencia, la intimidación y el racismo nunca son legítimos, ni siquiera en el contexto de la crisis de refugiados. Por su parte, el comisario de la policía nacional de Irlanda describió a los manifestantes como una “facción de hooligans completamente lunáticos movidos por ideología de ultraderecha”.
Más de 400 agentes policiales fueron desplegados para contener los disturbios, resultando un agente gravemente herido. El comisario Harris mencionó que las redes sociales e internet han contribuido a radicalizar a las personas, facilitando la propagación de ideas extremistas.
El gobierno irlandés está trabajando en medidas para abordar las preocupaciones sobre la inmigración y buscar soluciones pacíficas y constructivas para los problemas. Además, se está promoviendo una campaña de sensibilización sobre la importancia del respeto y la convivencia en una sociedad multicultural.
En definitiva, los disturbios en Dublín han resaltado los desafíos que enfrenta Irlanda en relación con la inmigración y la necesidad de fomentar un diálogo abierto y respetuoso sobre el tema.
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