Han pasado 730 días desde que Vladímir Putin ordenó bombardear Ucrania, dejando un saldo de al menos 30.000 víctimas civiles y seis millones de personas refugiadas, convirtiéndose en el mayor conflicto armado en Europa desde la Segunda Guerra Mundial.
Según el informe del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, hasta noviembre de 2023 ha habido más de 10.000 muertos y cerca de 19.000 heridos en Ucrania. A pesar de una disminución en el número de víctimas, los bombardeos continúan y el país sigue necesitando ayuda occidental.
Las provincias de Donetsk y Lugansk son las más castigadas, con 4.600 civiles muertos en Donetsk y más de 500 en Lugansk. La región de Járkov también ha sufrido constantes asedios y bombardeos, con más de 1.200 muertos.
En total, se han registrado más de 17.000 batallas, con casi 35.000 muertos y más de 70.200 ataques con bombas en dos años de conflicto en Ucrania. Tres de cada cuatro explosiones ocurrieron en las regiones del este del país, siendo Donetsk la más afectada.
El ritmo de los bombardeos se mantiene en unos 34.000 al año, con una reducción en la cifra de muertos a menos de 9.700 en el último año. En lo que va de 2024 se han registrado 3.711 explosiones que han causado la muerte de 1.073 personas.
La situación en Ucrania sigue siendo crítica, con miles de personas perdiendo la vida y siendo desplazadas de sus hogares. Las continuas hostilidades han dejado un rastro de destrucción y sufrimiento que parece no tener fin. La comunidad internacional debe redoblar sus esfuerzos para poner fin a este conflicto y ayudar a la población ucraniana a reconstruir sus vidas.
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